Evolución del alcohol en la historia

 

Desde los orígenes de la humanidad los hombres han observado que un jugo de frutas azucarado expuesto al aire libre durante algunos días se convertía en un brebaje que tenía propiedades muy especiales. Seguramente debido a estas propiedades, y a los misterios de la fermentación, se tendió a usar está “mágica bebida” con fines místicos o sagrados. Podemos citar como ejemplo la conversión del vino en sangre en la misa católica.

Su uso excesivo provocaba embriaguez o borrachera, desde entonces fue considerado como vicio, pecado, asociado a la locura, a la degeneración, a la violencia.

Las bebidas fermentadas o alcohólicas, a lo largo de la historia, han sido objeto de glorificación y maldiciones a la vez. En la Biblia, sobre todo en el Antiguo Testamento, se hace referencia cerca de quinientas veces al vino, ya sea para elogiarlo, o, por el contrario, para poner en guardia a los hombres contra “su maleficio”.

A mediados del siglo XIX el médico sueco Magnus Huss usó el término alcoholismo para designar al todo el conjunto de enfermedades cuya causa era el alcohol. La terminación en "-ismo" presentaba la ventaja de que no poseía ya esa carga afectiva que hasta entonces había condenado a los borrachos. Por esa época aparecen numerosos trabajos clínicos que describían las consecuencias tóxicas del alcoholismo, y algunos aspectos sociológicos del alcohol, como ya comentaremos más adelante.

Recientemente, en 1940-1950 se comienza a ver el alcoholismo como una enfermedad, realizándose campañas de salud destinadas a la prevención y a la cura, gracias a las investigaciones de varios científicos y de la Escuela Americana.